Desde hace 9 años aproximadamente, las colonias de abejas han empezado a morir y a desaparecer masivamente en muchos países del mundo. Es un tema de una gravedad extrema ya que la actividad de la abeja está estrechamente ligada a la producción de alimentos, no solo de la miel como se podría pensar, sino que interviene de manera clave en la polinización y posterior desarrollo de plantas y árboles. Se calcula que hasta una tercera parte de los alimentos que consumimos están vinculados al trabajo de la abeja, además su trabajo se ha estimado en 153.000 millones de euros al año en Europa, por lo que son parte importante del motor económico.
Las abejas son las más importantes polinizadoras de nuestras frutas, verduras y todo tipo de cultivos alimentarios que abastecen a seres humanos y animales. Las abejas están ahí porque deben alimentarse, con su actividad polinizadora obtienen todos los nutrientes que necesitan, su continuo movimiento de flor en flor es comparado con un gran supermercado floral exclusivo para abejas, su moneda de cambio es el polen que facilita la polinización y por tanto, el desarrollo de los frutos.
En 1945 se empezaron a utilizar los herbicidas a fin de combatir la maleza y mejorar el rendimiento de las cosechas, estas plantas indeseadas producen flores necesarias para la supervivencia de las abejas. Los monocultivos se han ido extendiendo desde entonces, mermando una fuente de alimentación importante para las abejas.
Con estas acciones se han eliminado muchas plantas y flores necesarias para la supervivencia de las abejas, este tipo de monocultivos se extienden a otros cultivos que si son beneficiosos para las abejas como por ejemplo los almendros.
Los pesticidas, su uso se ha ido incrementando desde los años 50, algo lógico ya que los monocultivos favorecen el incremento de plagas. Se han encontrado 6 tipos pesticidas (herbicidas, fungicidas, insecticidas y otros elementos tóxicos) diferentes en el polen que llevan las abejas a las colmenas. Uno de estos restos químicos son los neonicotinoides, un tipo de insecticida que actúa en el sistema nervios central de los insectos y uno de los más utilizados a nivel mundial. Actualmente varios países ya han restringido su uso debido al colapso que estaban provocando en las colonias de abejas.
Los parásitos son otros de los grandes enemigos de las abejas, como ejemplo la Varroa Destructora, ácaro que se reproduce a través de las larvas de abejas y las parasita e inocula un virus siendo capaz de destruir colmenas enteras.
Son múltiples las causas que reducen la población mundial de abejas y que están causando un grave problema en nuestra biodiversidad, aquí hemos nombrado solo unas cuantas, pero no son todas. Y aunque el tema ya se ha sacado a la luz en busca de medidas para solucionarlo, no esta demás recordarlo.