Con esta firme premisa, decidimos exprimir nuestro tiempo para embarcarnos en el mundo de la panadería, la pastelería y los productos bio y de proximidad. Estudiamos en profundidad los ingredientes, los procesos, las fermentaciones para convertirnos en pioneros en Madrid en hacer un pan bio y solo de masa madre, utilizando únicamente harinas bio y sin aditivos. Y como no solo de pan vive el hombre, también seleccionamos los mejores productos bio, de producción nacional, para ofrecer a nuestro público un supermercado bio. Todo hasta que, por fin, en 2011 vio la luz el primer local de La Magdalena de Proust, extinto hoy, en la calle Regueros.
Orgullosos de vuestro apoyo
Desde nuestros orígenes, formamos parte de La Ruta del Buen Pan
Nuestro proyecto, con más de una década de trayectoria ha merecido el Premio Emprende Verde del Ministerio De Agricultura por potenciar el empleo verde y la economía circular.
Proyecto Familiar
Y si algo queremos dejar claro es que no somos franquicia. Hoy contamos con tres locales propios, en Chamberí, Salesas y Atocha y cada espacio es completamente personal. Conforman una variada oferta, distinta entre sí, pero con la misma idiosincrasia y los mismos valores del proyecto. Todos ellos tienen un diseño funcional y cálido diseñados por mí (www.lauramartinez.eu) y en los tres se cuidan los detalles al máximo. Nunca faltan flores frescas ;-).
El equipo
Un total de 32 personas conforman en la actualidad el equipo humano de La Magdalena de Proust, muchas de ellas en el proyecto desde el principio: Bea, Celso , William, y desde hace varios años nuestros Christophe y Concha... Una pequeña familia que profesamos amor hacia nuestro trabajo y un trato cercano, así como exquisito, con el que nos tratamos de ganar día a día el público de cada barrio.
Laura Martínez
¿Por qué La Magdalena de Proust?
La expresión como tal del fenómeno Magdalena de Proust, proviene del autor del mismo nombre, Marcel Proust, que en 1913 publicó su obra Por el camino de Swann, concretamente el primero de los volúmenes de En busca del tiempo perdido, que comienza con el protagonista disponiéndose a degustar una magdalena recién hecha, y cuando decide bañarla en el vaso de té caliente y se la lleva a la boca, las sensaciones percibidas le transportan directamente a los recuerdos de su más tierna infancia. La novela se compone de más de 3.000 páginas en las que se narran los hechos que el protagonista recuerda a raíz de esta situación.
En La Magdalena de Proust hemos querido evocar el hecho de poder recordar momentos de nuestros pasado -incluso de nuestra niñez más temprana- después de oler o saborear los productos ofrecemos, por estar elaborados como los de antes, con mucho mimo y sin aditivos.
Una curiosidad, la magdalena que provoca el famoso "recuerdo proustiano” no es el bollo con copete y en molde de papel rizado que podemos imaginar, sino que se trata de un dulce tradicional del noreste de Francia, llamado "magdalena de Commercy”, una galletita ovalada con líneas paralelas en la superficie.